En mi último cumpleaños una buena amiga puso un libro en mis manos. Se llama El mundo no se acaba y otros poemas y lo firma Charles Simic, un poeta que nació en Belgrado y emigró a Estados Unidos en la adolescencia completamente marcado por lo que había visto en la guerra. Siempre he pensado que solo debería usarse citas en los libros cuando el texto que se menciona es en realidad el origen de lo que se ha escrito. El hallazgo de este poema ha hecho que me esté planteando la posibilidad de hacer una excepción. Se llama «Guerra»:
“El dedo tembloroso de una mujer recorre la lista de bajas en la tarde de la primera nevada. La casa está fría y la lista es larga. Todos nuestros nombres están incluidos”.