Hace algunas semanas publiqué una fotografía de un grupo de soldados desconocidos acompañada de una petición de ayuda para ponerles nombre. Hoy escribo otra vez para agradeceros a todos los que me habéis ayudado a hacerlo y para explicar los resultados del llamamiento.
El criterio de todos los expertos que han ofrecido su opinión, entre ellos miembros de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica, es unánime: los soldados que aparecen en la imagen visten uniformes del ejército de la II República. La foto está tomada entre los años 31 y 36. Eso solo deja dos alternativas: o no aparece ninguno de los hermanos de mi abuelo o, en caso de hacerlo, no podía ser otro que Antonio, el mayor, que cumplía el servicio militar justo antes de que empezara la guerra civil.
A la luz de esos datos, recuperé otras imágenes que de él había conservado mi abuelo. La única en la que se le puede ubicar es la que abre esta entrada y está hecha en un estudio de Madrid. Sus mejillas y su cuello carnosos ofrecen una pista de que quizá ese retrato precede a otro en el que se le ve ante una pared de ladrillos y en el que su rostro parece algo más enjuto. Esa pared es la clave para vincularle con otra imagen de un grupo de soldados anónimos que también se hallaba entre las pertenencias de mi abuelo y en la que, sin embargo, resulta del todo imposible reconocerle.
Reducidas las incontables hipótesis iniciales a la de que Antonio se encuentre o no entre los soldados desconocidos que yo aspiraba a rescatar del olvido, la misión ya no se antoja imposible. De entrada, no parece demasiado imprudente afirmar que el uniforme que llevan esos republicanos que miran a cámara es el mismo que viste el hermano de mi abuelo en el resto de fotografías. A partir de ahí, el único paso restante sería el de encontrarle entre los 91 soldados desconocidos de la foto. A mí, que no le conocí, no me resulta fácil. De todas formas, ya tengo mi apuesta. Entre ese centenar de miradas que han esperado tantos años para encontrarse con la mía hay una en la que creo ver algo familiar. La nariz que la apuntala se parece mucho a la de mi tío abuelo Antonio.